jueves, 26 de diciembre de 2013

Día 4 / Madrugada - ¿A quién quiero?

Estábamos solo los dos bebiendo chupitos de tequila. Lamimos la sal y por un momento se cruzaron nuestras miradas. Bebimos el chupito y fruncimos el ceño por el sabor del alcohol. Mordimos el limón y sonreímos mientras el calor bajaba por nuestra garganta.
-¿Otro? -Le pregunté con una gran sonrisa y una mirada juguetona, esperando su respuesta obvia.
-Como quieras -Me contestó con una sonrisa chula, como diciendo que no podré contra él.
Después de 7 chupitos y unos cuántos vasos de cerveza yo ya estaba hecho polvo. Él resistía.
Esa noche no había nadie en mi casa, esa noche podría irme con él; esa noche podría ser la noche.
Estoy sentado haciendo el trabajo de clase. No me sale nada por lo me reclino en mi silla y miro hacía la derecha. Un cruce de miradas instantánea con él, pero se gira y mira hacia su trabajo. No pensé en nada.
Volvió a ocurrir lo mismo una y otra vez, pero ahora me pregunto por qué mira, y a la vez empiezo a mirarle con otros ojos. Empiezo a mirarle con los mismos ojos con los que veía a las chicas cuando me gustaban. Yo soy un chico, él es un chico -Quiero estar con él.
Me sentía solo, estaba solo, y estaba cachondo, por lo que empecé a ver porno para entrar en calor y sentirme "acompañado". Me sentía insatisfecho por lo que empecé a buscar más cosas, cosas diferentes; nuevas, y entre esas otras cosas me topé con porno gay de osos. Empecé a verlo y no me disgustaba -Me pone-. Desde ese día descubrí que me gustaban este tipo de tíos. Quería creer que sólo era una atracción física, que era una etapa; quería creérmelo. No lo acepté hasta mucho después.

Él es así, el tío de clase, mi amigo, es de ese tipo, pero me decía a mí mismo que era sólo él, que ningún otro tío me gustaría de la forma en la que él lo hace -Mentira

Tiene unos ojos de un color azul claro que cuando los miras brillan, una barba poblada con un toque de color rojizo que cualquier otro hombre envidiaría; tiene una sonrisa encantadora, junto con una voz masculina. Es alto, toca la guitarra y está en una banda; es trabajador e inteligente... Y algo tímido.

Cada día me fijo en su gran espalda, en su barba abundante, en su andar lento al ritmo de la música que escucha con esos grandes auriculares que lleva; me fijo en su gran cuerpo, en su barriga, en sus brazos, sus piernas, sus labios, su mirada, su sonrisa, sus dientes, sus manos; en los vellos que se le alcanzar a ver siempre. Es muy caluroso por lo que siempre lleva camisetas o polos. A veces el vello del pecho se le asoma por el cuello en forma de v de sus polos. Y los michelines... esos que se le salen al sentarse.

Detesto el olor a sudor, pero después de un día de trabajo él tiene ese olor... Un olor a hombre sudoroso, que en él no me importa en lo absoluto -¿Será gay?.

Entro en su facebook para ver qué tipo de actividades hace - No tiene novia-. Le gustan los coches -Algo muy masculino-, le gusta el rap -Algo no muy de gays-, pero ni rastro de chicas con las que pareciese tener algo, sólo amigas -Puede que sea gay... ¡Espera!-. Hay una foto con un grupo de amigos donde parece que está de la mano a escondidas con una de sus amigas -Mierda.

La cena de fin de curso es mi oportunidad de saber de él. Mientras me preparo para la cena pienso en cómo sería si él decide venir a casa conmigo -Sería bonito, un sueño; sería caliente, una fantasía-, pero no es nada más que eso: una fantasía. A lo largo de cena apenas e intercambio palabras con él -Por favor mírame-. Después de la cena fuimos a un bar donde seguimos sin intercambiar palabras, eso hasta que mencioné unos chupitos. Sólo los los dos nos aventuramos a ello, mis demás compañeros decidieron pasar.

Cada vez que terminamos un chupito me lanza una miraba burlona; una mirada pícara. Hace un gesto levantando las cejas con una sonrisa chula esperando respuesta.
-¿Otra? -Le digo mientras pienso en lo que realmente quiero: ir a casa con él y chupársela.
-Como quieras -Claro que quiero.
Pero eso es todo. La noche terminó conmigo borracho, él sano. Y yo al día siguiente en clase con el alcohol aún en las venas.

Cada vez que hacemos una quedada siempre deseo que él esté ahí, y casi siempre lo está. Antes de quedar él me llama para saber dónde estábamos -Puede que le guste, y por eso me llama a mí-, y cuando llega soy yo el primero al que mira sonriente mientras se acerca al grupo -Le gusto. Por eso me mira sonriente. Por favor, quiero gustarte.

Pero nada. Casi un año ha pasado y no tengo ni idea de sus preferencias sexuales. No puedo tratar de quedar a solas con él por miedo a que piense que sea raro, a que descubra que le gusto y qué me mire diferente; a que no acepte lo que siento por él y perderle por completo. Perder esas esperanzas a que se fije en mí como algo más que un amigo; perder mis fantasías en las que estoy con él, abrazados en mi cama, besándonos, jugueteando y toqueteándonos. Follando.

Siempre que le veo esbozo una sonrisa, y a veces me dan ganas de decirle lo que siento, pero sería estúpido.

Pueden haber tres finales diferentes: que él también sienta algo por mí y que seamos más que amigos -Dios, quiero eso-, que me rechace pero que no le importe y sigamos siendo buenos amigos -No es lo ideal, pero no estaría del todo mal-, o que me rechace y que además deje de hablarme porque no me quiere cerca -Por favor, eso no-. O simplemente podría no decir nada y mantener una amistad, que dentro de mi imaginación es una aventura en la cual somos amantes -Qué idiota soy.

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